Llegué temprano a la mañana, con ocho horas por delante para visitar a pie la capital de las Bahamas. Un lugar colorido, lleno de historia, playas paradisíacas y una energía única que combina lo antiguo con lo moderno. El mar de un color azul turquesa fue mi inspiración para tomar muchas fotos de él.
Mi primer parada fue el Parlamento de las Bahamas. Caminé por la Plaza del Parlamento, los tonos pasteles de los edificios coloniales, recuerdan la historia Británica en Nassau. En medio de la plaza, una estatua de la reina Victoria vigila el lugar. Es impresionante ver como la época colonias aun sigue latente. Pero Nassau es una mezcla de culturas afrocaribeñas, británicas y estadounidenses.
Después de un breve recorrido histórico me dirigí hacia el Fuerte Fincastle, una fortaleza construida en 1793 por los británicos para proteger la ciudad de posibles ataques. Desde allí se puede ver toda la extensión de llanura isla. Y de allí no pude resistirme de sacar bellísimas fotos a lo alto de la fortaleza, con cristalinas aguas de fondo y el verde exuberante de la isla.
A unos minutos del fuerte se encuentran las Escaleras de la Reina, un conjunto de 66 escalones tallados en piedra caliza por esclavos del siglo XVIII. La leyenda cuenta que fueron nombradas en honor a la Reina Victoria, quien abolió la esclavitud en el Imperio Británico.
Para darle un toque local a mi visita, decidí recorrer el Mercado de la Paja. Si bien hay muchas cosas bonitas, no es el estilo que a mi particularmente me gusta, así que no compré nada.
A medida que el tiempo avanzaba, no podía irme sin estar en alguna playa. Llegamos a pie hasta la playa Junkanno Beach, es pública y relativamente cerca. El mar es tan claro que parece una piscina. El atardecer es grandioso con mezcla de colores anaranjados.
Indiscutiblemente habia mucho mas por hacer pero me voy con la promesa de volver.