Apenas bajamos del barco caminando pocos pasos ya estábamos en el Viejo San Juan con calles empedradas y fachadas de color pastel me transportaron a otra época. Tenia muy pocas horas porque nos habíamos atrasado por una emergencia de un pasajero así que decidimos aprovechar al máximo.
Mi primera parada fue el Castillo de San Cristóbal, una fortaleza impresionante construida por los españoles hace siglos. Mientras recorría los muros de piedras miraba hacia el océano y me asombré al imaginar como era la vida aquí, protegiendo la isla de los ataques piratas. Desde los miradores del castillo se puede ver la costa y una panorámica de la ciudad, con el sol caribeño.
Siguiendo mi recorrido, pasé por la Plaza de Armas, donde encontré a varios artistas callejeros y pequeños puestos callejeros.
Hablé con algunos de ellos donde conocí mas sobre la cultura y costumbres locales que es lo que mas me apasiona. Ademas la plaza estaba llena de palomas y lo mas gracioso fue cuando apareció un gallo.
Luego, el Callejón de la Capilla, un estrecho pasaje decorado de coloridos murales, me condujo a la Iglesia San José. Este templo es uno de los mas antiguos del continente, con mas de 500 años de historia con sus arcos góticos y lo simple de su arquitectura.
Mi recorrido no estaria completo sin una parada en la calle famosa Calle Fortaleza, también conocida como la Calle de las Sombrillas, hermoso paseo.
Al regresar al puerto y aunque fue una estadía breve, me impactó la amabilidad de los locales, la riqueza de su historia y sus lugares bonitos, coloridos y coloniales.